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Sinopsis El Programa de Evaluación de Vehículos Nuevos (NCAP) se ha consolidado como un elemento clave para promover la fabricación y comercialización de automóviles más seguros en el mercado global. Desde la invención del automóvil, la seguridad vehicular ha sido una preocupación constante, pero no fue sino hasta el siglo XX cuando los gobiernos y organismos internacionales comenzaron a implementar regulaciones estrictas para mitigar los riesgos de accidentes y reducir las tasas de mortalidad en hechos de tránsito. Estos programas responden a un problema crítico de salud pública: los accidentes de tránsito, que representan la principal causa de muerte en personas de 5 a 29 años, con más de 1.19 millones de fallecimientos anuales a nivel mundial. En la actualidad, los NCAP operan en diversas regiones del mundo con el propósito de evaluar, mediante rigurosas pruebas de choque y desempeño, la seguridad que ofrecen los vehículos a sus ocupantes y a los usuarios vulnerables de las vías. A través de estos programas, los consumidores pueden acceder a información objetiva sobre la seguridad de los automóviles antes de realizar una compra, lo que ha incentivado a los fabricantes a mejorar continuamente sus estándares de seguridad. La calificación de los vehículos, expresada en estrellas o en niveles cualitativos, permite comparar modelos y fomentar una competencia orientada a la seguridad. Este artículo presenta los dos esquemas principales de certificación vehicular que corresponden a la "Aprobación por Tipo" y a la “Autocertificacion. El primer es un proceso preventivo con evaluaciones independientes previas a la comercialización, mientras que el segundo es un sistema reactivo donde los fabricantes declaran el cumplimiento normativo y las autoridades realizan verificaciones aleatorias posteriores. Ambos métodos buscan garantizar la seguridad de los usuarios, aunque su eficacia depende de la rigurosidad regulatoria y la capacidad de supervisión gubernamental Los avances tecnológicos han permitido el desarrollo de sistemas de seguridad activa y pasiva que mitigan los riesgos en caso de colisión. Elementos como el control electrónico de estabilidad (ESC), el frenado autónomo de emergencia (AEB) y las bolsas de aire son ahora estándares en muchas regiones, gracias a la presión ejercida por los NCAP y las regulaciones gubernamentales. No obstante, en países con marcos normativos laxos, la seguridad vehicular sigue siendo un desafío, lo que pone en evidencia la necesidad de fortalecer la normatividad obligatoria y ampliar la cobertura de los programas de evaluación. El impacto de los NCAP es evidente en mercados maduros donde los consumidores prefieren vehículos con altas calificaciones de seguridad, generando un efecto de mejora continua en la industria automotriz. Sin embargo, la efectividad de estos programas depende de la existencia de regulaciones gubernamentales robustas que complementen sus esfuerzos. La sinergia entre normativas obligatorias y evaluaciones independientes ha sido la clave para la evolución de la seguridad vehicular, reduciendo significativamente las tasas de mortalidad y lesiones en hechos de tránsito. Los programas NCAP han demostrado ser un instrumento eficaz para la promoción de vehículos más seguros, influyendo tanto en la toma de decisiones de los consumidores como en la industria automotriz. Su papel en la mejora continua de los estándares de seguridad vehicular es innegable y su fortalecimiento debe ser una prioridad para gobiernos y fabricantes con el fin de reducir las fatalidades en las carreteras y mejorar la seguridad vial a nivel global.
Introducción Los automóviles han revolucionado la historia del transporte, que superan significativamente a los antiguos vehículos de tracción animal en términos de movilidad, velocidad y comodidad. Desde su invención hace más de 120 años, los vehículos automotores convencionales de cuatro ruedas han conservado elementos esenciales como el chasis, la carrocería, el tren motriz, la dirección y el habitáculo. En países con estrictas leyes y marcos normativos, éstos y otros elementos del vehículo deben cumplir con estándares y especificaciones técnicas para garantizar no solo la calidad del producto y la intercambiabilidad de piezas, sino también la seguridad, tanto de sus ocupantes como de otros usuarios de las vialidades. Con referencia a la producción mundial de 2013, Global NCAP estimó que, de los 65 millones de vehículos nuevos, una tercera parte no lograría pasar las regulaciones internacionales de las Naciones Unidas para las pruebas de choque frontal y lateral vigentes en ese entonces (UN R-94 y UN R-95, respectivamente). Además, la mitad de esa producción mundial de vehículos carecía del sistema de control electrónico de estabilidad (ESC, por sus siglas en inglés) (GLOBAL NCAP, 2015), sistema encontrado en los vehículos más austeros en mercados de países con altos y exigentes estándares de seguridad. La producción mundial de automóviles en 2023 alcanzó los 68 millones (OICA, 2024). Además, con un crecimiento estimado del 4% anual, la flota mundial de automóviles a 2023 fue de aproximadamente 1,320 millones de vehículos (OICA, 2021). A ese ritmo, para el año 2030 pudiera llegarse a la cifra de 1,800 millones de automóviles en circulación a nivel mundial. Sin embargo, es probable que una parte significativa de esos 68 millones fabricados en 2023 no cumpla con las normas mínimas de seguridad internacionales que refieren a la protección de los ocupantes de los vehículos ante eventos como choques y vuelcos, ya sea porque no existe el marco normativo nacional que las establezca o porque sea demasiado laxa (OMS, 2009 y Vázquez et al., 2017). Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el tránsito de vehículos automotores generó en 2021 el deceso de 1.19 millones de personas alrededor de mundo (OMS, 2024). Esa fuente indica que los traumatismos relacionados a este modo de transporte es la principal causa de muerte de personas ubicadas en el grupo etario de 5 a 29 años y, si se incluyen todas las edades, ocupa la decimosegunda posición. Diversos eventos regionales e internacionales llevados a cabo en materia de seguridad vial en los pasados 35 años instan a la comunidad internacional a incidir en los factores que son precursores de los hechos de tránsito vial. Estos factores reconocidos son el conductor, el vehículo, la infraestructura vial y el medio ambiente, donde ninguno de ellos es mutuamente excluyente a la hora de producirse un hecho de tránsito. Son reconocidos además tres aspectos relevantes en torno a los hechos de tránsito; uno es la falibilidad inherente del ser humano (es decir, su propensión natural a cometer errores), otro lo endeble del cuerpo humano para soportar fuerzas y, un aspecto más, la premisa de que todo hecho de tránsito es prevenible. En términos de seguridad, los vehículos deben compensar o mitigar los errores cometidos por el conductor durante el manejo, sean estas desatenciones o distracciones del conductor, por fatiga, cansancio o conducción temeraria. En este sentido, la tecnología automotriz desarrollada para mejorar la seguridad de los vehículos de carretera puede verse involucrada antes del hecho de tránsito o posterior al mismo. En el primer caso, la seguridad vehicular puede abonar para evitar el hecho de tránsito o mitigar sus efectos, lo cual se conoce como seguridad primaria o activa; en el segundo caso, puede ayudar a reducir las lesiones graves que pudiesen sufrir los ocupantes de un automóvil cuando el hecho de tránsito ocurre, lo que se identifica como seguridad secundaria o pasiva. Algunos sistemas característicos de seguridad activa son el sistema antibloqueo de frenos (ABS, Antilock Brake System), el control electrónico de estabilidad (ESC, Electronic Stability System), el sistema automático de frenado de emergencia (AEBS, Automatic Emergency Braking System), el sistema de advertencia de abandono de carril (LDWS, Lane Departure Warning System) o el sistema de supervisión del punto ciego (BSMS, Blind Spot Monitoring System). En cuanto a sistemas característicos de seguridad pasiva se pueden identificar a la deformación programada del chasis, el parabrisas y ventanillas, la dirección colapsable, las bolsas de aire, los cinturones de seguridad y sus anclajes, los anclajes de los asientos, los apoyacabezas o las barras en puertas para impactos laterales (Flores et al., 2015; Flores et al., 2016). Las iniciativas para impulsar la seguridad en la industria automotriz han sido múltiples y se han dirigido tanto a los fabricantes como a los gobiernos. El mensaje ha sido promover el diseño, la producción y la comercialización de vehículos más seguros, complementado con la generación de regulaciones que garanticen su cumplimiento a través de una rigurosa vigilancia normativa. Por ejemplo, en las Conferencias Ministeriales Mundiales sobre la Seguridad Vial coordinadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2009, 2015 y 2020 se reiteró el desarrollo y promoción del uso de vehículos más seguros, a fin de que incorporaran sistemas de seguridad activa y pasiva. Así mismo, la Organización Mundial de la Salud, coordinada también por la ONU, ha llevado a cabo importantes cruzadas en pro de la seguridad vial que también incluye a la seguridad vehicular. Particularmente, emitió la declaratoria del periodo 2011-2020 como el Decenio de Acción para la Seguridad Vial con el objetivo de realizar acciones e intervenciones a nivel nacional, regional y mundial que permitieran estabilizar y entonces reducir el pronóstico global de la cantidad de fatalidades generadas por los hechos de tránsito. La columna vertebral del plan la conformaron cinco pilares de acción, donde el tercero urgía a empresas y gobiernos a producir y comercializar vehículos más seguros en sus territorios. Dentro de este pilar la OMS propuso siete actividades, una de las cuales fue instar a los diferentes entes a fomentar la aplicación de programas de evaluación de vehículos nuevos en todas las regiones del mundo, a fin de aumentar la disponibilidad de información al consumidor sobre la seguridad de los vehículos automotores nuevos comercializados (Actividad 2). Complementariamente, otra buscaba fomentar la aplicación de normas para la protección de los peatones, además de desarrollar investigación en tecnologías de seguridad destinadas a reducir los riesgos para los usuarios vulnerables que hacen uso de la vía pública (Actividad 6) (WHO, 2011) Los recientes avances tecnológicos han mejorado la seguridad vehicular a través del desarrollo de sistemas que aumentan la protección de sus pasajeros y otros usuarios vulnerables en caso de colisiones u otros hechos de tránsito. Muchos de los desarrollos e innovaciones tecnológicas que abonan a la presencia de vehículos seguros se ofrecen como estándar en los vehículos básicos de países con marcos normativos exigentes y bien estructurados. El presente artículo recupera información parcial de las Publicaciones Técnicas números 491 (Vázquez et al., 2017), 594 (Vázquez et al., 2020a) y 595 (Vázquez et al., 2020b) desarrolladas en el Instituto Mexicano del Transporte, que versan sobre vehículos seguros, sus normativas, requerimientos asociados y los programas de evaluación de autos nuevos (NCAP, por sus siglas en inglés).
Esquemas de certificación en la industria automotriz mundial En el contexto de globalización actual, la industria automotriz opera a escala internacional con vehículos y sus componentes fabricados y comercializados en múltiples países. No obstante, el país o región final de comercialización tiene establecidos sus propios criterios de aceptación del producto, según su normativa local o regional. Países individuales o bloques regionales comerciales conformados por varios países, como por ejemplo la Unión Europea, regularmente establecen estándares, normas, reglamentos o directivas para que productos o servicios puedan ingresar a sus territorios y sean comercializados de manera segura en sus mercados. A nivel global, la industria automotriz opera con distintos esquemas de certificación que garantizan el cumplimiento de normas de seguridad y calidad. Existen dos enfoques principales: la Aprobación por Tipo (Type Approval) que se basa en evaluaciones previas por organismos independientes y la Autocertificación (Self-Certification) en la que el fabricante declara el cumplimiento de las regulaciones. Independientemente del marco normativo de certificación, ambos esquemas deben asegurar el cumplimiento de los estándares, normas o reglamentos obligatorios establecidos por cada país o región comercial para garantizar la seguridad o la salud de las personas que utilicen los productos que pretendan ser comercializados en sus mercados. La Aprobación por Tipo, también conocida como Homologación o Certificación de Tipo, es un proceso en el que organismos independientes realizan pruebas, inspecciones, certificaciones y evaluaciones de la conformidad de la producción. La estructura de este esquema implica contar con laboratorios de ensayos o de pruebas de tercera parte, identificados como Servicio Técnico, acreditados y reconocidos por las autoridades reguladoras. Requiere también la existencia de una Autoridad de Aprobación gubernamental, que es responsable de emitir las aprobaciones u homologaciones a partir de la revisión de la información técnica elaborada por los laboratorios acreditados. Todos los costos asociados con este tipo de aprobación son erogados por el fabricante del producto (vehículo) a comercializar. Esta certificación es regularmente un prerrequisito para acceder al mercado y comercializar el producto (VCA, 2025). La Autocertificación es un esquema de certificación que se fundamenta en la declaración de conformidad y cumplimiento de los estándares obligatorios por parte del fabricante ante una agencia gubernamental del país donde se comercializará el producto. Bajo este esquema normativo, el fabricante realiza sus propias pruebas (de primera parte) de conformidad con la normativa vigente, mientras que el gobierno mantiene un rol de supervisor con la prerrogativa de realizar pruebas aleatorias de verificación sobre vehículos ya comercializados en el mercado. Estas verificaciones son financiadas íntegramente por el gobierno, quien debe tener una infraestructura integral que cuente con los recursos financieros, materiales y humanos necesarios para su ejecución. Una característica relevante de este sistema es que se permite que los vehículos nuevos entren al mercado de manera inmediata, tras la declaración del cumplimiento de la conformidad por parte del fabricante. Por tanto, requiere que el gobierno cuente con una robusta infraestructura técnica y ágil capacidad de respuesta para realizar las verificaciones necesarias y, en caso de incumplimiento, intervenir legalmente de manera inmediata. Un sistema normativo de Aprobación por Tipo es un mecanismo preventivo para evitar poner en riesgo la integridad, seguridad o salud de los usuarios de un vehículo nuevo, toda vez que el vehículo, sistema o componente no estará disponible en el mercado sino hasta que obtenga la aprobación u homologación correspondiente que asegure el cumplimiento de la conformidad. Por otro lado, la Autocertificación representa un sistema predominantemente reactivo o correctivo que permite la comercialización inmediata de un vehículo, sistema o componente tan pronto como el fabricante declare su cumplimiento normativo ante las autoridades gubernamentales. Este esquema conlleva un riesgo significativo, ya que el producto puede estar disponible en el mercado antes de una verificación exhaustiva, lo que potencialmente podría comprometer la integridad, seguridad o salud de los usuarios. Únicamente mediante verificaciones aleatorias coordinadas por el gobierno se podrían detectar eventuales incumplimientos normativos, generalmente después de que el producto ya esté en circulación.
Normativa obligatoria para vehículos automotores. Los vehículos automotores han sido fundamentales para el desarrollo económico global, pero simultáneamente han generado una cara oscura: son responsables de un número significativo de muertes y lesiones en accidentes de tránsito. Para contrarrestar este impacto negativo, numerosos países y regiones comerciales han implementado regulaciones obligatorias con un objetivo primordial: salvaguardar la integridad y la salud de sus habitantes, preservando al mismo tiempo el ecosistema, la biodiversidad y los recursos naturales. En las décadas de 1960 y 1970, principalmente en Europa y en los Estados Unidos de Norteamérica (EUA) aumentó el interés gubernamental por regular y establecer normativas acerca del tránsito en carreteras y de los vehículos motorizados. El propósito fue presionar a la industria automotriz a poner mayor énfasis en la fabricación de automóviles seguros y, con ello, intentar detener las cifras crecientes de víctimas mortales y lesionados graves derivados de hechos de tránsito. Por ejemplo, la meca de la industria automotriz en la segunda mitad del siglo XX eran los EUA no solo por la producción de vehículos, sino también por su uso. Desafortunadamente, el país también lideraba la cantidad de personas fallecidas anualmente por hechos de tránsito. La Figura 1(a) representa gráficamente la evolución del número de vehículos automotores registrados en Estados Unidos desde 1913 hasta 2022, mientras que la Figura 1(b) muestra las víctimas mortales anuales por accidentes de tránsito y su acumulado en dicho periodo. Conforme el automóvil se consolidó en Estados Unidos y globalmente, se observó un incremento progresivo de fatalidades. La tendencia de las víctimas mortales evidencia un crecimiento alarmante. De unas decenas de muertes a inicios del siglo XX, se llegó al primer millón de víctimas aproximadamente 50 años después de la invención del automóvil. Posteriormente, la cifra aumentó rápidamente: dos millones de muertos cerca de 1973, tres millones entre 1994 y 1995, y finalmente, entre 2019 y 2020, el número total de víctimas fatales en Estados Unidos rebasó los cuatro millones.
(a)
(b) Figura 1. Vehículos registrados, hechos de tránsito y acumulado de fallecidos en EUA Fuente: Elaboración propia con datos de (NCS, 2025)
A finales de la década de 1960, Estados Unidos reforzó su regulación en materia de seguridad vehicular para reducir accidentes y su impacto en la salud de las personas, con la intención de proteger tanto a conductores como a peatones mediante normativas cada vez más estrictas. Esta evolución regulatoria marcó un punto de inflexión en la industria automotriz y estableció los cimientos para los sistemas de certificación y homologación que se conocen actualmente. En 1970 el gobierno de los EUA creó la Administración Nacional de Seguridad de Tránsito de Carreteras (NHTSA, National Highway Traffic Safety Administration), una agencia subyacente al Departamento de Transporte (DOT, Department of Transportation), de los EUA. La NHTSA es la encargada de coordinar la creación y publicación de los Estándares Federales de Seguridad de los Vehículos de Motor (FMVSS, Federal Motor Vehicle Safety Standards). Los FMVSS son estándares de cumplimiento obligatorio que establecen los requerimientos mínimos de seguridad que deben cumplir los vehículos automotores que se comercializan en los EUA. De manera similar, países de la Unión Europea tienen instituidos reglamentos, directrices o normativas de aplicación obligatoria en los cuales se establecen los requerimientos mínimos de seguridad, aplicables a los vehículos automotores para la protección tanto de sus ocupantes como de los usuarios vulnerables del camino. Las normativas de seguridad vehicular aplicable a la región de la Unión Europea, identificadas como UN-R o UNECE-R, se desarrollan bajo el Acuerdo de 1958 del Foro Mundial para la Armonización de la Reglamentación sobre Vehículos (WP.29) (Vázquez et al., 2017; Vázquez et al., 2020b). En cierta manera, a partir de la gráfica de la Figura 1(b) puede observarse que el número de fallecidos por hechos de tránsito, trazo en color rojo, comenzó a reducirse a partir de los años setenta. En esa década surgieron los primeros estándares de seguridad obligatorios FMVSS que debían cumplir los vehículos nuevos, de lo cual se deduce un efecto positivo de esa iniciativa gubernamental.
Programas de evaluación de vehículos nuevos, NCAP La necesidad de evaluar la seguridad vehicular y verificar el cumplimiento de las normativas gubernamentales obligatorias llevó a la creación de organismos especializados y dotados de capacidad técnica e infraestructura avanzada para llevar a cabo las pruebas de evaluación. Particularmente, EUA fue pionero en implementar pruebas para verificar el cumplimiento normativo y la seguridad de los automóviles nuevos comercializados en su territorio con base en su marco legal de Autocertificación. Como resultado de ese proceso, en 1978 surge el primer Programa de Evaluación de Autos Nuevos (New Car Assessment Program - NCAP) dirigido por la NHTSA e identificado algunas ocasiones como US-NCAP. Posterior al surgimiento del US-NCAP pasaron 15 años para que continuaran creándose otros NCAP en el mundo. La mayoría de ellos de carácter independiente; es decir, sin vínculos con la autoridad normalizadora (gobierno), ni la promotora de la normativa obligatoria, ni con los fabricantes de vehículos. Cada organismo NCAP coincide con la meta de realizar diversas pruebas de choque (frontal y lateral) y de desempeño sobre la seguridad que el vehículo ofrece a sus ocupantes como la ofrecida para otros usuarios vulnerables que también hacen uso de la infraestructura vial (peatones, ciclistas y motociclistas). El objetivo común de cada NCAP es evaluar y calificar la seguridad vehicular pasiva y activa de los automóviles que son vendidos y utilizados en la región de influencia comercial donde se ubica el NCAP. Por ejemplo, US-NCAP (NHTSA) solo evalúa la seguridad de los automóviles que son comercializados en el territorio de los EUA, mientras que EuroNCAP hace lo propio para los modelos de vehículos que son comercializados en Europa, particularmente en la región de la Unión Europea. Hasta el momento se identifican 15 organismos NCAP alrededor del mundo que abarcan la mayoría de las regiones comerciales. La Figura 2 muestra la ubicación de estos organismos, los cuales son: - NHTSA (US-NCAP): Estados Unidos de Norteamérica. https://www.nhtsa.gov/es/clasificaciones - ANCAP: Australia y Nueva Zelanda. https://www.ancap.com.au/ - IIHS-HLDI: Estados Unidos de Norteamérica. https://www.iihs.org/ - JNCAP: Japón. https://www.nasva.go.jp/mamoru/en/about/about.html - ARCAP: Rusia. https://autoreview.ru/arcap - EuroNCAP: Europa. https://www.euroncap.com/en - KNCAP: Corea del Sur. https://www.kncap.org/indexNew.jsp - C-NCAP: China. https://es.wikipedia.org/wiki/C-NCAP - Latin NCAP: Latinoamérica y El Caribe. https://www.latinncap.com/es/ - Global NCAP: Plataforma de colaboración y coordinación de los diversos NCAP en el mundo. Particularmente coordina la realización de pruebas a automóviles comercializados en la India (#SAFERCARSFORINDIA) y en África (#SAFERCARSFORAFRICA). https://www.globalncap.org/ - ASEAN NCAP: Países del Sudeste Asiático (Birmania o Myanmar, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam. https://aseancap.org/ourtest - C-IASI: China. http://www.ciasi.org.cn/products/list-492.html - CAERI: China. https://www.horiba-mira.com/mira-china-and-caeri-partner-to-be-the-first-co-approved-supplier-for-euro-ncap-crash-tests-in-china/ - TNCAP: Taiwan. https://www.tncap.org.tw/English - BHARAT NCAP: India. https://www.bncap.in/
Figura 2. Ubicación de los NCAP en el mundo Fuente: Elaboración propia actualizada de (Vázquez et al., 2020a)
La Figura 3 muestra la línea de tiempo de la creación de los NCAP señalados anteriormente.
Figura 3. Línea de tiempo del surgimiento de los NCAP en el mundo Fuente: Elaboración propia actualizada de (Vázquez et al., 2020a)
Aunque cada NCAP tiene establecidos sus protocolos de prueba particulares, todos evalúan la seguridad pasiva de vehículos automotores de cuatro ruedas que protege tanto a los ocupantes de estos (adultos e infantes) como a los usuarios vulnerables, además de evaluar y calificar la seguridad activa de los vehículos. Los diversos protocolos de prueba de seguridad pasiva de cada NCAP consideran pruebas de choques frontales completos o parciales contra barreras rígidas o deformables, choques frontales contra peatones, choques laterales ortogonal u oblicuo contra barrera móvil deformable o contra poste rígido, choque posterior para evaluar la protección contra latigazo cervical, ensayos de vuelco o ensayo de compresión del toldo, entre otras. En cuanto a la evaluación de la seguridad activa se consideran los sistemas de asistencia al conductor como el frenado autónomo de emergencia (AEB) a alta y baja velocidad (previene choque por alcance o choque contra peatón o ciclista), el control electrónico de estabilidad (ESC), el sistema de advertencia de uso del cinturón de seguridad (SBRS), el sistema de detección de punto ciego (BSDS), sistema de advertencia de abandono de carril (LDWS) y el sistema de control de velocidad crucero, entre otros (Vázquez et al., 2020b). Las imágenes de la Figura 4 muestra ejemplos de pruebas de impactos frontal y lateral, realizados por algunos NCAP.
Figura 4. Ejemplos de prueba de choque frontal y lateral NCAP para evaluar la seguridad pasiva Fuente: Elaboración propia con imágenes de: https://www.nhtsa.gov/es/vehicle/2013/FORD/EXPLORER/SUV/FWD https://www.latinncap.com/es/resultado/163/volkswagen-nivus-+-6-airbags https://www.iihs.org/ratings/vehicle/ford/focus-4-door-sedan/2018#small-overlap-front-driver-side https://www.bncap.in/vehicle/skoda-kylaq/#bwg17/197
La seguridad de un vehículo se califica de dos maneras: cualitativa o cuantitativa. En la primera forma, se indican niveles de seguridad buena, aceptable, marginal o pobre, tal como lo hace en los EUA el Instituto de Seguros para la Seguridad en Carreteras (IIHS, por sus siglas en inglés). En la segunda se asigna un número de estrellas, como lo hace la mayoría de los NCAP, en una escala desde las cero estrellas (riesgo de lesiones graves o de comprometer la vida) hasta las cinco estrellas (reducción importante de riesgos de lesiones graves) (Vázquez et al., 2020a; Vázquez et al., 2020b). Independientemente del sistema de calificación utilizado, la evaluación de la seguridad pasiva se deriva de las magnitudes de fuerzas, aceleraciones y desplazamientos sobre maniquíes (dummies) equipados con diferentes sensores para medir y registrar esos parámetros durante las pruebas de choque establecidos en los protocolos de prueba. Los maniquíes se colocan en el interior del vehículo para representar personas adultas (hombres o mujeres) o infantes en edades de 6 meses, 18 meses, 6 años o 10 años. Con base en esas mediciones se cuantifican daños o lesiones en cabeza, cuello, tórax, y extremidades inferiores, mientras que otros maniquíes se utilizan externamente para emular el impacto de la parte frontal del vehículo contra la cabeza o las piernas de una persona adulta o infante, con la consecuente cuantificación de esas lesiones. La Figura 5 muestra ejemplos de algunos de los maniquíes utilizados para cuantificar el daño al cuerpo humano en las pruebas de choque realizadas por organismos NCAP.
Figura 5. maniquíes (dummies) utilizados para cuantificar lesiones en el cuerpo humano y calificar el nivel de seguridad pasiva en pruebas de choque NCAP Fuente: Elaboración propia con imágenes de https://www.ancap.com.au/want-to-meet-our-dummy-family
La Figura 6 muestra un ejemplo de la colocación de maniquíes infantiles en los asientos posteriores de un automóvil, previo a la realización de prueba de choque frontal.
Figura 6. maniquíes (dummies) representando ocupantes infantiles colocados en el interior (asientos traseros) del vehículo previo a prueba de choque Fuente: Imagen recuperada de https://www.ancap.com.au/how-are-cars-tested-for-safety
Los NCAP se han convertido en un pilar fundamental para promover la seguridad vehicular a nivel mundial. Sus pruebas exhaustivas proporcionan información crucial sobre el nivel de protección que ofrecen los vehículos evaluados, especialmente los modelos más populares y de mayor comercialización. Los resultados obtenidos por un NCAP se divulgan a través de múltiples canales, como sus portales web oficiales, plataformas digitales y aplicaciones móviles, redes sociales y medios de comunicación tradicionales como prensa, radio y televisión. Esta estrategia de comunicación multicanal persigue un objetivo claro: hacer llegar la información sobre la calificación de seguridad a la mayor cantidad posible de compradores potenciales. Este esfuerzo por democratizar el acceso a la información permite a los consumidores tomar decisiones de compra más informadas, pues permite comparar y seleccionar entre diferentes modelos según sus niveles de seguridad. De esta manera, los programas NCAP no solo evalúan vehículos, sino que empoderan a los consumidores en su proceso de decisión. La influencia de los programas NCAP en el comportamiento del consumidor ha sido un proceso gradual pero efectivo. En las regiones con economías desarrolladas y sistemas NCAP consolidados se observa una clara tendencia: la mayoría de los vehículos comercializados obtienen calificaciones superiores a las cuatro estrellas. Ejemplos de ello son Estados Unidos (US-NCAP/NHTSA), Australia (ANCAP), Europa (EuroNCAP), Japón (JNCAP) y Corea del Sur (KNCAP), con más de 25 años de trayectoria. La preferencia de los consumidores por vehículos con mejores calificaciones genera un efecto de mejora continua en la industria automotriz. Cuando los consumidores optan consistentemente por modelos con cuatro o más estrellas, ejercen una presión indirecta pero significativa sobre los fabricantes cuyos vehículos obtienen calificaciones inferiores. Como resultado, estos fabricantes se ven impulsados a rediseñar sus modelos para mejorar su desempeño en las evaluaciones NCAP, lo que eventualmente eleva los estándares generales de seguridad en el mercado automotriz. Los organismos NCAP actualizan constantemente sus protocolos de evaluación para mantenerse a la vanguardia de la seguridad vehicular. A medida que surgen nuevos avances tecnológicos, estos programas actualizan sus criterios de evaluación y elevan progresivamente los requisitos para obtener la máxima calificación de cinco estrellas. Este proceso dinámico impulsa a los fabricantes a innovar y mejorar continuamente sus estándares de seguridad. Sin embargo, la efectividad de estos programas debe complementarse con una regulación gubernamental robusta, por lo que es fundamental que las autoridades establezcan y actualicen también regularmente los requisitos mínimos obligatorios de seguridad vehicular. Esta sinergia entre las evaluaciones voluntarias NCAP y la normativa oficial crea un marco integral que presiona a la industria automotriz a diseñar, fabricar y comercializar vehículos cada vez más seguros para los usuarios.
Conclusiones Los programas de evaluación de vehículos nuevos (NCAP) han sido claves en la evolución de la seguridad vehicular a nivel mundial. Su evolución, desde el primer programa en Estados Unidos en 1978 hasta la actual red global de 15 organismos evaluadores, refleja un sostenido compromiso internacional con la seguridad vial. El impacto de estos programas es particularmente evidente en mercados maduros con más de 25 años de implementación, donde la mayoría de los vehículos comercializados alcanzan calificaciones superiores a cuatro estrellas. El éxito de los NCAP radica en su doble influencia: informan a los consumidores y presionan a los fabricantes. Al proporcionar evaluaciones objetivas y accesibles sobre la seguridad vehicular, estos programas empoderan a los consumidores para tomar decisiones informadas. Simultáneamente, la preferencia del mercado por vehículos mejor calificados genera una presión competitiva que impulsa a los fabricantes a mejorar continuamente sus estándares de seguridad. La máxima efectividad de los NCAP se alcanza cuando operan en conjunto con regulaciones gubernamentales sólidas. Mientras los NCAP establecen estándares voluntarios que impulsan la excelencia en seguridad vehicular, las normativas obligatorias garantizan niveles mínimos de protección para todos los vehículos comercializados. Esta complementariedad entre evaluaciones voluntarias y regulación obligatoria crea un ecosistema integral que promueve la innovación continua en seguridad vehicular y, en última instancia, contribuye a la reducción de víctimas en hechos de tránsito. Para mantenerse a la vanguardia, los NCAP actualizan constantemente sus protocolos de evaluación, en respuesta a los avances tecnológicos y a las nuevas investigaciones en materia de seguridad vehicular. Es importante que estos programas continúen y que tengan una mayor extensión, ya que configuran catalizadores efectivos para el desarrollo de vehículos más seguros disponibles en el mercado. Este ciclo de mejora continua, impulsado por la sinergia entre consumidores informados, fabricantes competitivos y reguladores comprometidos, representa un modelo exitoso para elevar los estándares de seguridad en la industria automotriz global.
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VÁZQUEZ David HERNÁNDEZ
José Ricardo HERNÁNDEZ Marco Antonio “Las opiniones expresadas en esta publicación son de los autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista del Instituto Mexicano del Transporte”
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