En un artículo aparecido en la revista Mechanical Engineering de octubre de 1991, se afirma que la gran disponibilidad de las microcomputadoras ha generado una fuerte demanda de sistemas mecánicos capaces de responder rápidamente a las instrucciones de alta velocidad generadas por las computadoras. El desarrollo de estos sistemas parece poderse lograr aprovechando la sensibilidad de los fluidos electrorreológicos; estos fluidos son suspensiones de partículas finas - orgánicas, como el almidón y la celulosa o inorgánicas, como la cerámica o el vidrio - en aceites no conductores, condición que es satisfecha casi por cualquier tipo de aceite.

Los fluidos electrorreológicos se distinguen en especial porque cuando se les somete a una corriente eléctrica cambian instantáneamente de estado, a sólidos con apariencia gelatinosa. cuando se elimina la corriente, regresan a su estado original. Este cambio de estado puede ocurrir en tiempos sumamente pequeños, de un diezmilésimo a un milésimo de segundo.

Se predice que más del 50% de todos los sistemas y dispositivos hidráulicos se rediseñarán utilizando este tipo de fluido; la industria automotriz aparece como un probable primer gran usuario de esta tecnología en dispositivos como embrages (clutch), amortiguadores, transmisiones automáticas y sistemas de dirección autoajustables, entre otros.