Notas
 
Instituto Mexicano del Transporte
Publicación bimestral de divulgación externa

NOTAS núm. 59, julio-agosto 2001, artículo 1
Un análisis de la relación del factor humano en la ocurrencia de accidentes viales
 

Introducción.

El tránsito que circula por una carretera es considerado un sistema compuesto por tres elementos; conductor, vehículo y camino. En la ocurrencia de un accidente, generalmente los tres elementos interactúan entre sí, y se dice que ha ocurrido una falla en el sistema. Al respecto, Ken Ogden [1] hace referencia a un documento publicado por el Departamento de Transporte del Reino Unido en el que se define a un accidente como la consecuencia de un evento fortuito multicausal, precedido por una falla en alguno de los elementos que conforman el sistema de tránsito.

Como puede observarse, desde la definición misma de un accidente, resulta evidente que atacar el problema de la seguridad vial mediante la aplicación de medidas correctivas al camino, ya sea construyendo, modernizando o corrigiendo sus características físicas, o bien aplicando algunas otras medidas técnicas relacionadas con el funcionamiento y/o mantenimiento de los vehículos, aunque éstas logren por sí solas buenos resultados, es totalmente insuficiente. No se debe centrar los esfuerzos en medidas que sólo correspondan al vehículo o al camino, olvidando el papel clave del conductor.

En México, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), canaliza a través de diferentes programas una cantidad importante de recursos en su intento por reducir la frecuencia y severidad de los accidentes que ocurren en la Red Carretera Federal, ya sea mejorando las características físicas y de operación de los caminos, realizando tareas de conservación y mantenimiento, o en la atención de sitios de la red considerados de alto riesgo; sin embargo, a juicio del autor de esta nota, se considera que en este intento ha habido una desatención del factor humano, pieza esencial del sistema, y esto ha provocado su descompensación; es decir, se realizan grandes esfuerzos para contar con caminos y vehículos seguros y se tienen usuarios inseguros. El problema se acentúa, si consideramos además los adelantos tecnológicos incorporados en los diferentes tipos de vehículos; específicamente en lo que se refiere a las velocidades que algunos pueden llegar a desarrollar y al peso y dimensiones de algunos otros.

Antecedentes.

La estadística nacional muestra que de cada 10 accidentes ocurridos en la Red Carretera Federal, en aproximadamente 8 de ellos un error del conductor o su conducta equivocada es juzgada como la causa directa o principal[2]. Aunque si bien es cierto que en México, las causas son a juicio del oficial de la Policía de Caminos que levanta el parte de accidentes y no de un peritaje formal, este porcentaje de participación resulta muy similar al de algunos otros países. Estos evalúan la interacción de cada uno de los elementos del tránsito en la ocurrencia del accidente y se observa que, aún cuando la causa directa del accidente haya sido relacionada con otro de los elementos que conforman el tránsito (vehículo o camino), generalmente un error del conductor o su conducta imprudente impide evitar el accidente y/o agrava las consecuencias del mismo [3].

Este elevado porcentaje de participación del factor humano en la ocurrencia de accidentes, por sí solo, justifica la existencia de una estrategia de intervención enfocada directamente al conductor, con medidas bien definidas, en las que se considere que conducir un vehículo es una tarea compleja, fundamentada principalmente en funciones tales como la recepción de información, procesamiento y evaluación de esa información, toma de decisiones y ejecución de una acción, que requiere que el conductor posea una serie de características físicas o aptitudes y que sea consciente de que dichas aptitudes cambian como consecuencia de la acción transitoria de ciertos factores y estados internos y externos.

En este contexto, actualmente varios países enfatizan el crucial papel de la formación, justamente para que los conductores conozcan las fuentes potenciales de riesgo que afectan, en algunas ocasiones sin plena conciencia de ello, la habilidad y destreza requeridas en determinadas situaciones y para que el componente humano, dadas sus limitaciones y características propias, sea una variable determinante en la construcción del sistema de tránsito; esto es, que dichas limitaciones y características sean reconocidas y atendidas en las técnicas del proyecto geométrico de carreteras, en las características de la superficie de rodamiento, del señalamiento, de la iluminación y de los vehículos, así como también en las leyes y reglamentos.

La seguridad desde el punto de vista de los factores humanos.

El concepto de seguridad vial, puede entenderse desde dos enfoques. El primero, se refiere a la seguridad absoluta; es decir a la ausencia total de riesgos. Esta definición toma carácter utópico, pues todas nuestras conductas cotidianas tienen un nivel de riesgo inherente a ellas. Por tanto, recogemos el segundo enfoque, el de la seguridad relativa; con este concepto nos referimos a la tarea de minimizar dichos riesgos y de él parten tres supuestos:

  • Los errores del conductor siempre existen.
  • La seguridad debe encargarse de minimizar la probabilidad de que el conductor cometa un error.

·        La seguridad debe tomar las medidas necesarias para minimizar las consecuencias cuando el conductor comete un error.

En términos generales, el problema de la seguridad, desde el punto de vista de los factores humanos, es conocer las causas que propician que el conductor cometa un error, aumentando con ello el riesgo de sufrir un accidente, y tomar las medidas correspondientes para atacarlas.

Errores del conductor.

Los errores del conductor se definen de dos maneras diferentes, “causas directas” y “causas indirectas”[4]. Las primeras se refieren a aquellas conductas y eventos que preceden inmediatamente al accidente y que son directamente responsables del mismo (velocidad inmoderada, conducción temeraria, circulación prohibida, rebase indebido, etc.); las segundas, son todas aquellas condiciones o estados cuya presencia altera el nivel de las funciones de procesamiento de la información (conducir bajo los efectos del alcohol, de las drogas, fármacos, fatigado, etc.).

En relación con las causas directas, encontramos que el error humano que hace inevitable un accidente, puede ser debido a un problema de percepción, reconocimiento o identificación de señales, distancias, obstáculos, etc., de procesamiento de la información, toma de decisiones o de ejecución de la acción. En las causas indirectas, el error se origina por la disminución de las habilidades del conductor, debido como ya se dijo, al estado o condición física del individuo, que le impide realizar adecuadamente las funciones de captación y procesamiento de la información requerida en el desempeño seguro de la tarea de conducción.

Causas que originan que un conductor cometa un error.

Las causas que originan que un conductor cometa un error se agrupan tradicionalmente en cinco grandes categorías[4].

1.                 Físicas o fisiológicas. Insuficiencias sensoriales, alteraciones orgánicas transitorias (lipotimias, náuseas, mareos, etc.), alteraciones o defectos orgánicos permanentes (diabetes, insuficiencia cardiaca, artrosis, etc.) e insuficiencias motoras (falta de coordinación, falta de reflejos, etc.).

2.                 Psicológicas. Problemas de atención, actitudes antisociales, enfermedades mentales, inestabilidad emocional, temeridad, alteración de la percepción del riesgo, agresividad, trastornos de la personalidad, etc.

3.                 Trastornos psicofísicos transitorios. Alteraciones en todos los procesos de la conducción por la intervención del estrés, la fatiga, el sueño, las drogas, el alcohol, la depresión y los fármacos.

4.                 Agentes inhibidores de la prudencia. El optimismo del conductor que cree que conduce mejor que nadie y que no advierte los incidentes como peligrosos; más bien al contrario, si después de realizar una acción temeraria no aparece un accidente, refuerza la conducta y la estructura como idónea.

5.                 Inexperiencia y problemas de instrucción de manejo. Se sabe que el conductor con poca experiencia o con carencias de aprendizaje suele tener más accidentes. Ello se debe en parte al efecto que produce la fatiga, al prestar una desmesurada atención a estímulos poco significativos o por errores en la toma de decisiones.

Medidas aplicables.

Las medidas factibles a fin de atacar las causas que propician que un conductor cometa una falla o error, se relacionan principalmente con el control de la exposición y con la modificación de la conducta. A continuación se mencionan algunos aspectos importantes relacionados con cada uno de estos objetivos, así como algunas opciones específicas que pueden ayudar a tener éxito.

Control de la exposición.

Aunque este objetivo pudiera estar en conflicto con algunos valores de la sociedad, tales como la libertad de movimiento, existen algunas medidas que se pueden aplicar. Las siguientes son algunas de ellas:

  • Evitar que conductores con alteraciones o defectos orgánicos permanentes como diabetes, insuficiencia cardiaca, artrosis, etc. e insuficiencias motoras como falta de coordinación, falta de reflejos, etc. obtengan o renueven su licencia de manejo.
  • Diseñar dispositivos de control permanentes, dirigidos a los conductores del autotransporte público federal que presenten los problemas mencionados en el punto anterior.
  • Revisar el estricto cumplimiento de las horas máximas de manejo continuo permitido, así como las correspondientes al descanso obligatorio posteriores a una jornada de trabajo, haciendo forzoso el empleo de doble conductor en viajes de largo itinerario y llevar una bitácora por chofer y por vehículo, principalmente, en el caso del autotransporte público federal.
  • Basar el otorgamiento de la licencia de conducir en exámenes prácticos; de esta manera se evitaría que conductores con inexperiencia o problemas de instrucción de manejo obtuvieran su licencia.
  • Existen conductores que repetidamente se ven involucrados en accidentes viales. Por lo tanto, es importante desarrollar un mecanismo para detectar a este grupo de conductores e intervenir de forma continua y especializada con ellos.
  • La velocidad inmoderada y el alcohol en la sangre son dos factores que pueden ser fácilmente cuantificables y generalmente están relacionados con la ocurrencia de accidentes. La Policía de Caminos, entonces, debe poner mayor énfasis para controlar a los conductores que viajan a velocidades inmoderadas y bajo los efectos del alcohol; estos controles deberán aplicarse de manera sistemática y aleatoria, de tal forma que el conductor sienta que puede ser detectado in fraganti.

Finalmente, para lograr un efectivo control de la exposición de aquellos conductores que circulan bajo los efectos del alcohol se deben tener en cuenta tres elementos clave: (i) Establecer límites legales de concentración de alcohol en la sangre, (ii) Permitir a la autoridad suspender temporal o definitivamente la licencia a conductores infractores y reincidentes y (iii) Generar los mecanismos para evitar que los conductores con licencia suspendida o cancelada sigan manejando.

Modificación del comportamiento.

Modificar o influir en la conducta de los automovilistas no es una tarea fácil de realizar; se requieren grandes esfuerzos para lograrlo. Los programas que pretenden este objetivo, deben tener perfectamente definidos los fines que persigan, ser realistas, dirigidos a problemas muy específicos, perfectamente identificados y, en el caso de las campañas publicitarias, deben enfocarse a grupos que presten atención a ellas por voluntad propia y no por cumplimiento forzoso. En otras palabras, para tener éxito, estos programas se deben basar en un entendimiento claro del comportamiento humano y en particular atacar únicamente aquellos factores que estén bajo el control directo de la voluntad del conductor, por ejemplo, uso del cinturón de seguridad, respetar el límite de velocidad, no manejar bajo las influencias del alcohol, drogas, fármacos, fatigado, etc.

Los programas típicos, relacionados con la modificación del comportamiento, deben tomar en cuenta lo siguiente:·     

Un conductor será más seguro en función del conocimiento que tenga sobre los procesos que intervienen en el rendimiento útil de la conducción, percepción y atención principalmente; las conductas transitorias que anteceden y desembocan en un accidente y los riesgos derivados de conducir bajo los efectos del alcohol, fatigado, con sueño, drogado, bajo efectos del estrés, de los fármacos o la depresión.·  

Hacer cumplir las leyes y reglamentos tiene un efecto significativo en la modificación del comportamiento, para ello, se tiene que tomar en cuenta los siguientes elementos: (i) que el usuario sienta que la ley es obligatoria, (ii) que sienta que puede ser detectado infraganti, (iii) que sepa que siempre seguirá un castigo a una violación de la ley, y (iv) que sepa que la sentencia será rápida y un tanto severa.

Incrementar la utilidad diferencial percibida entre una forma de conducción sin accidentes y otra con accidentes, también ayuda a influir en el comportamiento de los conductores. Con esto, se propone un sistema de incentivos apoyado en recompensas y castigos fundamentalmente de tipo económico.·     

Las campañas de publicidad suelen tener poco efecto, ya que la seguridad vial no es necesariamente un producto deseado. La propaganda en seguridad es un procedimiento bastante superficial y probablemente con efectos de corta duración, que puede llegar a tener cierta eficacia si se utiliza en forma continua e insistente, de manera que alerte sobre los peligros, consecuencias y amenazas reales y potenciales de conducir un vehículo.·          

Las medidas de seguridad desde el punto de vista de la ingeniería de caminos, influyen también en el comportamiento del conductor. El estudio y modificación del entorno de un camino debe intervenir sobre las características de las señales (legibilidad, credibilidad, visibilidad y percepción), las zonas de baja estimulación y el afrontamiento de agentes climáticos adversos.

En general, el éxito de las estrategias que pretenden modificar la conducta se basa en cuatro factores fundamentales: (i) Leyes severas y efectivas, (ii) Mecanismos adecuados para hacer valer la ley, (iii) Campañas de publicidad efectivas y (iv) Educación.

Bibliografia.

1.                 OGDEN, K. W., “Safer Roads: A Guide to Road Safety Engineering”, Monash University, Melbourne, Autralia, 1995.

2.                 CHAVARRÍA Vega, Jesús; Alberto MENDOZA Díaz Alberto; y Emilio MAYORAL Grajeda; “Algunas medidas para mejorar la seguridad vial en la carreteras nacionales”, Publicación Técnica N° 89, Instituto Mexicano del Transporte, Sanfandila Qro., 1996.

1.                 <$TBrkCol=B>3.            DAMIÁN Hernández, Sergio; Jesús CHAVARRÍA Vega; y Rodolfo TÉLLEZ Gutiérrez; “Algunas consideraciones para implementar un programa de seguridad en carreteras”, Publicación Técnica N° 101, Instituto Mexicano del Transporte, Sanfandila Qro., 1998.

3.                 MONTORO González, Luis; y Francisco TOLEDO Castillo; “El factor humano en la conducción de trenes: manual de conducción segura”, Línea Editorial INTRAS, Instituto de Tráfico y Seguridad Vial, Valencia, España, 1997.

 


* Nota extraída del artículo: “Un análisis de la relación del factor humano en la ocurrencia de accidentes viales”, presentado por el autor en el Congreso estatal de Prevención de Accidentes en Carreteras y Vialidades, organizado por el Centro SCT del Estado de México; Toluca, Edo. de México, febrero del 2000.

 

 


Jesús M. Chavarría Vega., Investigador del IMT

 
Cerrar ventana